Capítulo 7. Los errores

No conozco a ninguna persona que haya cometido más errores que yo. Ello me ha llevado a investigar a fondo mis errores y los de los demás, y a estudiar sus causas y efectos. 

Míos :

 Exceso de confianza. Fiarme de otras personas

Dejar cosas sin terminar

No estudiar las prioridades. 

Ser demasiado optimista 

No analizar tofos los pros y los contra. Precipitación. 

Querer abarcar más de lo que podía. 

Creer que las cosas eran más fáciles. 

Ignorar la gran cantidad de ladrones y amigos de lo ajeno. 

No hacer o retrasar las tareas aburridas pero que eran necesarias. 

No analizar las repercusiones de mis acciones u omisiones en los demás. 

Dejar pars más tarde cosas que debería haber hecho en el momento. 

Ser desordenado. 

Comprar cosas innecesarias. 

Tener trabajadores para hacer cosas que era mejor contratar a empresas. 

Pensar que estaba capacitado para todo, ignorando mis carencias. Por ejemplo : estoy capacitado para inventar y diseñar, pero no pata llevar empresas ni dirigir a trabajadores (por exceso de confianza en los mismos). 

No cuidar el lenguaje en mis relaciones con los demás (prepotencia). 

Hablar cuando debía estar callado. Y callar cuando debería haber hablado. 

No haberme puesto en el lugar del otro para analizar bien la situación. También para preveer  cuál sería su actuación. 




De los demás

El error más común hoy y que es el que cometen el mayor número de personas, es actuar como si esta vida terminara con la muerte. Como consecuencia de ello, muchas personas no ven inconveniente en actuar sin ataduras morales, lo que les permite robar, estafar, aprovecharse de los demás, mentir, engañar, gobernar sin escrúpulos, y un largo etcétera, lo que conduce al caos

De todos los errores, los peores son los irreversibles (el aborto, el asesinato, etc). 

Muchos están relacionados de una manera ú otra, con la sexualidad. Por eso es tan importante que le dediquemos (a todo lo relacionado con la sexualidad) el tiempo y estudio necesario.

 Hay que prepararse para no cometer los errores irreversibles. Y si tenemos la desgracia de cometerlos, tenemos que dedicarle el tiempo necesario para recuperarnos. Aquí, una vez más, es crucial nuestra relación con Dios. 

No hay que olvidar nunca que algunos errores te cambian la vida para siempre. 

Los de menor importancia, si se repiten con frecuencia, también te cambian la vida. Pero ¡ojo con los irreversibles! 




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